La Biblia dice: «ama a tu prójimo como a tí mismo», sin embargo no está muy bien visto el hacerlo…
Nos enseñan que «primero los demás» y que «hay que ser buena persona», que está mal ser «egoísta» y de esta forma nos vamos desconectando de nuestro interior, guardando frustraciones «bajo la alfombra» y nos vamos convirtiendo en unos grandes desconocidos…
Vamos apagando poco a poco la conexión con nuestro centro, la señal cada vez es más débil y confusa porque tuvimos que aprender rápidamente a mirar hacia afuera, relegando nuestros verdaderos deseos, para satisfacer lo que se esperaba (o necesitaba) de nosotros.
Hay personas que se critican duramente a sí mismas, que se maltratan de distintas maneras, que se aborrecen, que hablan mal de sí mismas, se deprimen a sí mismas, desconfían de sí mismas…que son su peor enemigo.

Demasiado pronto tuvimos que dejar de preguntar, de «patalear» por lo que queríamos, pronto nos domesticamos, olvidamos nuestros sueños y así fuimos matando nuestra esencia verdadera, para poder ser aceptados y pertenecer.
Realmente cuando somos pequeños, no tenemos opción. Necesitamos pertenecer a la familia, tener amigos, sentirnos «adentro», no podemos sobrevivir sin «la manada» y para ello pagamos altos precios.
La buena noticia es que: esto no tiene porqué seguir siendo así de adultos.
Es nuestra responsabilidad ahora que podemos ocuparnos de nosotros mismos y elegir cómo queremos vivir el tiempo que nos quede de vida.
Nuestros padres no pudieron enseñarnos algo que ni ellos conocían. No podemos reclamar nada allí. Hay que dejar de mirar hacia atrás para culpabilizar y hacernos responsables de nuestro crecimiento interior.
Nosotros sí podemos «liberar» a nuestros hijos del desconocimiento de sí mismo, del desamor, de la falta de esperanza, de la dificultad para confiar en lo bueno de la vida.

Nosotros si que podemos aprender como es vivir desde el «Egoísmo sano» o la Autoestima, como a mí me gusta llamarlo.
Aprender a conocerme con mis defectos y virtudes y querer superar los obstáculos que me plantea mi carácter, los que solo me traen infelicidad, soledad, malos entendidos….conociéndome es la única manera de poder amarme, porque no se puede amar lo que no se conoce.
Amarme, querer superarme como persona, cuidarme por dentro y por fuera (sin obsesionarme, sin maltratar mi cuerpo) , estar al día de mis necesidades e intentar satisfacerlas. Expresar mis sentimientos, todo tipo, no solamente los agradables. Pero especialmente, los agradables, los que construyen, no los que destruyen relaciones.
Saber que tengo derecho a enfadarme, a tener miedo o a estar triste, pero tengo que querer salir de ahí cuando sea el momento, no es bueno permanecer mucho tiempo en ninguna de estas emociones, a no ser que estemos pasando por un duelo.
Cuando nos sentimos bien, somos «naturalmente buenos» como dice Claudio Naranjo. Cuando aprendemos a cuidarnos y respetarnos, podemos hacer lo mismo con los demás.
Cuando tengo claro mis límites: lo que quiero y lo que no, lo que estoy dispuesto y lo que no, también podré respetar los de los demás. Seré una buena compañía para ellos, porque antes lo soy para mí y este es el orden. No se puede alterar.
Así que esta es la manera correcta de vivir «amando al prójimo como a tí mismo», empezando por tí, por ser tu mejor amigo, por perdonarte los errores del pasado, haciendo las paces contigo mismo y agradeciendo el estar vivo, para poder seguir creciendo como persona y disfrutando el regalo de estar vivo.
No deberíamos querer morirnos sin antes haber hecho las paces con nosotros mismos.
Me reafirmo ,en que elegir comenzar terapia contigo no fue casualidad,muy de acuerdo con todo,que difícil es a veces desaprender lo inculcado desde bebes. Por ello todos los días intento que mi hijo razone ,que elija, que tenga opinión,no solo lo que «se debe hacer».
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Gracias Davinia, tiene suerte tu niño!. un abrazo
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