Qué es una madre si no, una mujer que deseándolo o no, en un momento determinado de su vida, ve crecer su vientre poco a poco, siente distintos malestares físicos y muchas incógnitas emocionales.
Tiene que abrir su corazón y su cuerpo para que el pequeño ser adentro suyo, pueda vivir. Permite que viva y se alimente de ella, éste ya es el primer acto de amor.
Da la vida. La permite. Ayuda a que evolucione.
Algunas empiezan pronto a cambiar hábitos de alimentación o de conducta, porque el bebé en camino es motivo suficiente para hacerlo. Empiezan a cuidarse más que antes, porque saben que esa la única manera que tienen de cuidar a su hijo.
La mayoría de las mujeres sienten el llamado de la naturaleza enseguida, que conocen la noticia o la presienten. Empiezan a cuidar, a proteger la cría, a ocuparse y pre-ocuparse desde el primer minuto. Se transforman en «madre» en el primer minuto.
Ser madre es un «trabajo» que dura toda la vida.
Ayudar, enseñar, cuidar, acompañar, moldear a otro ser humano, que gran responsabilidad. Que privilegio.
Pero aunque esto sea una realidad, no todas las madres resultan tan buenas, porque las que están sanas emocionalmente, realmente son las menos.
La mayoría tenemos cosas sin resolver (con nuestras propias madres por ejemplo) y ese filtro si no se trabaja en terapia, se interpone en la relación con nuestros hijos.
Dañando y enturbiando el vínculo. El pasado se mezcla de forma inconsciente y repetimos patrones y asuntos inconclusos con nuestro querido hijo/a.
Entonces intentamos hacer lo mejor que podemos, pero «el camino al infierno está lleno de buenas intenciones» y nuestras limitaciones aparecen y hacen la relación complicada.
Aún así nuestros hijos siempre nos darán una segunda oportunidad. Porque nos necesitan. Ellos no nos entienden y nosotros a ellos. Las discusiones o los malos entendidos que tanto dolor provocan, no son otra cosa que «amor frustrado» que no ha podido expresarse claramente. El amor está presente, solo hay que querer vivir desde ahí. Despejar el miedo, despejar los malos entendidos, abrir el corazón.
Al fin y al cabo, somos solamente mujeres que hacemos lo mejor que podemos, con nuestra mochila a cuestas. A veces podemos mucho y eso es maravilloso para los dos y a veces no podemos tanto y empezamos de nuevo todos los días.

Por eso, siempre, GRACIAS MAMÁ, POR HABERME DADO LA VIDA. YO USARÉ ESTE REGALO, DE LA MEJOR MANERA POSIBLE.
QUERIDO HIJO/A: APRENDEMOS JUNTOS TODOS LOS DÍAS.
