Padres e Hijos.

Nuestros padres, también fueron hijos y nuestros abuelos, bisabuelos ….

Me atrevo a decir que cuanto más atrás buscamos en nuestro árbol genealógico, más duras eran las condiciones de vida. Más desgracias pasaban, guerras, hambre, muertes violentas o tempranas por enfermedades, abandonos, violencia….

Mucho miedo y muchas privaciones pasaron por lo general nuestros antepasados y no hace falta remontarse tanto en el tiempo, nuestros padres fueron hijos y nietos de estas situaciones tan difíciles.

Con esta introducción pretendo que nos pongamos un poco en los zapatos de nuestros padres y podamos comprender que ellos también son hijos de todas estas limitaciones.

Los padres siempre hacemos daño, aún con las mejores intenciones. Es inevitable, pero si miramos hacia atrás con compasión – podemos entender que es difícil que nos enseñen algo, que ellos tampoco lo tuvieron. Que nos dieran eso que necesitábamos o necesitamos; cariño, comprensión, ternura, escucha, apoyo… si ellos tampoco lo tuvieron.

Es difícil enseñar o dar algo que no se tiene. Y doy fe que lo intentamos (aquí hablo como madre).

De mayores es importante que dejemos de mirar para atrás para reclamar lo que nos faltó o lo mal que lo hicieron conmigo, porque ahora ya sabes que tus padres también fueron hijos de sus circunstancias.

Fueron niños como nosotros, asustados, perdidos, solos, que hicieron lo que pudieron para sobrevivir.

Volviendo al presente y a lo que sí podemos hacer; lo primero es esto, que dejes de mirar para atrás – (me refiero al concepto de Constelaciones familiares, donde todos tenemos un orden y un rol dentro de la familia y nuestros padres están detrás de nosotros, por haber nacido antes y habernos dado la vida) y te concentres en lo que necesitas sanar y cambiar de tu carácter, en lo que quieres hacer con tu vida, cómo la quieres aprovechar, etc.

Concentrar nuestra energía en el presente y «redirigir nuestro barco» hacia el puerto que queramos ir.

Delante de nosotros, cronológicamente, están nuestros hijos. A ellos tenemos la obligación de guiar, ayudar, animar, liberar de nuestra historia, hasta que ellos nos lo permitan.

¿Cuál es el mejor regalo para un hijo?

Esta respuesta es sencilla: piensa en lo que a tí te faltó.

¿Amor incondicional, apoyo, confianza, límites, disciplina, el respeto, la compasión….?

Liberar a nuestros hijos de nuestra historia: «de lo que nos quedó por hacer», ellos no tienen porqué cargar con la mochila de nuestros asuntos sin resolver. Ellos no están aquí para ser nuestras muletas, ni para acompañarnos en la soledad.

El amor es generoso: tenemos que querer que ellos sean más felices que nosotros.

Que sean ellos mismos – no, nuestro clon o continuación.

Que no nos tengan miedo: sí respeto, pero desde la admiración.

Que sepan que no somos sus amigos: somos mucho más importantes: somos sus padres y esto es para toda la vida.

Mira a tu hijo y libéralo de tu historia.

Libera a las nuevas generaciones de patrones enfermos.

Mira a tu hijo y mírate a ti mismo, con amor y compasión.

Deja un comentario