De la importancia de aprender a quererse y respetarse y todas esas actitudes tan importantes en las que yo insisto.
Me sentí muy agradecida y emocionada de que mi mensaje, llegue a más personas.
De que la palabra Autoestima, ésta actitud frente a la vida, tenga su espacio, dentro de las noticias, de la política, de cosas tan cotidianas.
Para mí es un logro.
A veces siento que lucho contra molinos de viento, porque mirarnos y ocuparnos de nuestra salud mental no es aún nuestra prioridad, pero debería serlo.
Pero como decía don Quijote: «Ladran Sancho, señal que cabalgamos».
Gracias nuevamente.
Persona feliz y satisfecha consigo mismo, es buen padre/madre, es buen amigo, es buen jefe…
Es buen ciudadano, la clave fundamental para tener una sociedad equilibrada y próspera.
La inocente visita a una playa de Málaga, se transformó en una experiencia muy interesante.
Al llegar nos recibió un viento desapacible, que auguraba una estancia muy breve e incómoda.
Sin embargo una vez «dentro» el viento parecía esquivarme o «haberme perdonado la vida» tocándome sin llegar a incomodar.
Playa «El palo» Málaga.
El siguiente desafío lo presentó el agua. Fría. Desapacible. Desordenada. Olas permanentes.
Inquieta, «rabiosa».
Parecía decir: «entra si eres valiente». Y realmente eran pocos los valientes.
Las personas permanecían en la orilla como podían, resistiendo al calor y el viento.
Enseguida comprendí que había un aprendizaje detrás de tanto malestar. Como siempre pasa.
Y decidí aceptar el juego. Entré como pude. Aguantando el frío, las olas. Y me metí completamente en la experiencia.
Mantente despierto y aprenderás.
Y así lo hice, me sumergí, tragué un poco de agua, me llevé algún que otro revolcón. Tuve un poco de miedo. Me sentí algo perdida y muy vulnerable.
Recordé que me había sentido así muchas veces en mi vida…
Escucha y comprenderás.
Hasta que decidí dejar de luchar «contra la corriente» y me entregué: «es cierto, tu mandas, este es tu terreno, te respeto y te honro»…
Me salvó conectar con la humildad y la pequeñez de mi humanidad, frente al poderío inconmensurable de la naturaleza.
Como siempre pasa la humildad es la que nos coloca inmediatamente en nuestro sitio y la aleja al ego, aunque sea momentáneamente.
«Por favor, llévate lo que ya no me sirve. Llévate el miedo, llévate el dolor, llévate las preocupaciones…» Pedí para mí. Imaginé que si yo se lo permitía, la sabiduría del agua «me iba a limpiar»..
Y ahí fue cuando empecé a disfrutar. A reírme cómo una niña, a maravillarme con el reflejo del sol en el agua, a zambullirme en las olas, a jugar con ella, a hacer equipo…
Cuando decidí salir, (perdí la noción del tiempo) ya veía a la playa como a la gran maestra, que ofrecía gratuitamente la oportunidad para superarme.
Comprendí su medicina. Imponente.
Sabia como todo en la naturaleza.
Salí renovada de ese viaje. Más liviana. Más feliz. Todo tenía otro color …escuchaba las risas de los niños más cercanas, me deleitaba mirando las gaviotas…
Sin dudas, era una mejor versión de la que empecé quejándome del viento y del frío del agua…por cierto.. ¿te hablé del viento? Ya no estaba. Había cumplido su misión.
Sé valiente. Sostén el malestar. Fluye con humildad. Sé agradecido. Sigue aprendiendo hasta el último suspiro.
En los últimos 7 años, he tenido la suerte de que muchas personas de diferentes edades, vinieran a verme para intentar sentirse mejor.
Juntos sobrellevamos el covid, la Dana de Valencia, rupturas, enfermedades, relaciones difíciles, problemas en el trabajo, en el colegio, pérdidas de seres queridos…
Oposiciones, despidos, mudanzas, falta de autoestima, miedos…
Paso a paso, empezando con vergüenza y miedo, fuimos construyendo una relación profunda que nos permite hablar de todo y mostrarte tal cual eres sin necesidad de máscaras, porque es un espacio seguro, libre de críticas y de prejuicios.
Es difícil para mí, medir lo que cada persona me deja, me enseña, el agradecimiento por la confianza, por el compromiso, por la paciencia, porque sanar, es un proceso, que puede ser doloroso y a veces lento, pero inevitable, porque ya no se puede volver atrás.
Me quedo con cientos de anécdotas que guardo en el corazón.
Con cientos de abrazos, presenciales y online. Con lágrimas, con sonrisas, con nuevos comienzos.
Así que este es mi pequeño homenaje a las personas que han decidido venir a verme y transformarme para siempre.
Ya soy madre como tú y te pido ayuda. Ayuda para que me regales tus consejos, esos que aprendiste criandome a mí y funcionaron para las dos.
Permiso para que veas con buenos ojos, que no repito las cosas tal cual tu las hiciste y me apoyes en esos cambios tan necesarios.
Yo necesito siempre tu cariño. No importa si ya soy madre, necesito tu aprobación, que me veas tal cual soy ahora y te sientas orgullosa de la mujer en la que me he convertido.
Quiero que sepas que con mi hijo intentaré subsanar lo que yo siento que me faltó o hizo daño como hija, pero no es un desprecio hacia tí, no quisiera que te sientas herida por esto.
Lo hago para sanar nuestra familia, para no seguir repitiendo patrones familiares que nos han traído dolor, también es fruto de como me enseñaste, a no rendirme y a seguir buscando mejorar como persona.
Querida mamá: Hoy te digo : Gracias!
Soy el resultado de tus luces y de tus sombras y del resto, ya me ocupo yo.
Gracias por haberme dado la vida y enseñado todo lo que pudiste.
Haré algo bueno con lo que me has dado.
Por tí, por las abuelas y todas las mujeres de la familia, liberamos a mi hijo de nuestra historia.
Uno de nuestros objetivos debería ser aprender a estar solos.
Y sentirnos a gusto con nuestra propia compañía, «no tenernos miedo».
No tener miedo a que «se nos caigan las paredes encima» cuando estamos solos. De hecho el objetivo es no sentirme solo, pues en realidad, no lo estoy. Estoy conmigo mismo.
Lamentablemente a veces, pagamos cualquier precio, por no estar solos. Nos aferramos a relaciones que ya no nos hacen felices, nos atamos a personas o situaciones que ya no tienen nada bueno para aportarnos. Parece que el objetivo principal, es evitar el encuentro conmigo mismo a toda costa.
¿En qué momento te transformaste en tu peor enemigo?
Porque solamente se puede querer evitar y pasar tiempo a solas a un enemigo, a un «monstruo», a alguien que nos puede hacer daño.
¿En qué momento dejaste de ser una buena compañía para tí mismo y elegiste llenar ese vacío con otras personas?
A estas alturas de la lectura puede que estés conectando con un sentimiento de injusticia contigo mismo. Sin dudas. Mucho debes haberte fallado para evitarte a toda costa.
O quizás aún no hayas conectado contigo mismo, simplemente por miedo y por ignorancia, por costumbre.
La buena noticia es que sí que puedes quedarte a solas contigo mismo y aprender a disfrutar de ese espacio tan necesario.
Aprendiendo a quererte, a confiar en tí mismo, a tratarte con respeto y compasión.
No puedes evitarte más, te estás faltando el respeto. Con paciencia y confianza, puedes empezar a tener estos reencuentros contigo mismo, sin asustarte, descansando y haciendo las cosas que te gustan hacer.
A veces tenemos miedo de «bajarnos de la rueda del hámster», nos da miedo parar porque ahí puede aparecer de lo que estás huyendo. La buena noticia es que una vez que enfrentes a tus «demonios» comprobarás que no son tan grandes ni devastadores como imaginabas, todo lo contrario. Se harán mucho más pequeños y ya no tendrán el control de tu vida.
Es importante también saber relacionarnos con los demás, todo con un delicado equilibrio.
No busco a los demás porque me estoy evitando, ni evito a los demás y por eso estoy solo.
Un delicado equilibrio, como todo en la vida tenemos que buscar.
Soy mi mejor amigo a solas, me cuido, me atiendo, procuro mi bienestar y también sigo siendo yo mismo cuando voy al encuentro con los demás.
Me nutro del encuentro con el otro, permito ese intercambio de aprendizajes y puntos de vista tan enriquecedores y vuelvo a mí mismo, reforzado y renovado.
La cita más importante e ineludible es contigo mismo.
Permítete conocerte, haz las paces contigo mismo y los demás.
El «para qué estamos aquí» es una pregunta que la mayoría nos hemos hecho en algún momento de nuestra vida.
¿Sabes quién eres realmente?
Para la Psicología y la Cábala, esta es una cuestión importante y/o trascendental.
Si aceptamos la posibilidad de que «somos un alma» dentro de este cuerpo físico y que éste es el único que puede morir- ya que la energía:
«alma o espíritu»: no se termina, sólo se transforma, parece que estamos aquí con unos propósitos mucho más importantes de lo que nos imaginábamos.
Por supuesto éstos propósitos trascienden siempre lo material. Es decir, para despertar, siempre hay que volcar la mirada hacia adentro.
Descubrir que «es lo que hemos venido a hacer» es una cuestión fundamental. Tiene que ver según la Cábala, con «nuestro compromiso álmico» que elegimos antes de encarnar en este cuerpo físico.
Las respuestas que buscas afuera, siempre están adentro.
¿Cómo podemos hacerlo consciente?
Quizás tú ya has descubierto tú pasión, la tarea con la que vibra tu alma. No hace falta que sea nada «grandioso» puedes ser feliz haciendo pan, cuidando las plantas, atendiendo personas enfermas, dibujando, bailando ..
Cuando estás haciendo lo que «elegiste hacer» el tiempo se detiene, te sientes pleno y satisfecho.
No sientes que estás «trabajando» en el sentido negativo de la palabra.
Nuestro propósito de vida, además de hacernos felices y ayudarnos a crecer de forma individual, también tiene que estar orientado a ayudar a los demás.
Así la tarea estará completa y estarás «revelando información», ayudando a los demás, compartiendo tu medicina, para el bien común.
Imagínate si todos fuéramos conscientes de aportar nuestro saber y hacer, para el bienestar común, que diferente sería el mundo.
¿Cuál es el tuyo?
Si aún no has encontrado tu propósito: el lugar donde tu alma vibra, no te preocupes.
Si estás leyendo esto, ya es un buen comienzo.
Pregúntate sinceramente que es lo que te gusta hacer, que podría también ser aprovechado por los demás.
Permítete ser valiente y recordar esa ilusión que quizás aparcaste mucho tiempo atrás por no animarte a seguir lo que tú corazón te pedía.
Escúchate y encontrarás respuestas.
Todos tenemos un propósito, es cuestión de recordarlo, conectar con él y ser valiente de seguirlo.
Así ya no te sentirás más solo, cada día agradecerás tener la oportunidad de aprovecharlo para seguir aprendiendo y creciendo, compartiendo lo que tú has venido a aportar al mundo.
Cada detalle mínimo será para ti motivo de ilusión y de agradecimiento.
Aunque esto te suene a repetido o a muy difícil de conseguir, te animo, es posible y no te mereces menos.
Mira hacia adentro, despierta. Bájate de la rueda del hamster y deja ya de tener una vida sin sentido.
Te mereces todo lo bueno.
No te olvides del compromiso que tienes contigo mismo.
Nos toca aprender a hacernos amigos de nosotros mismos.
¡Imagínate que locura!
Siempre pensamos que primero los demás, agradarles, tener muchos amigos…pero en este mismo proceso de buscar la aprobación ajena, nos hemos olvidado del más importante.
«yo mismo»
Está mal visto quererse y cuidarse, pensar en uno mismo primero. Nos tachan enseguida de «egoístas». Pues si, tenemos que aprender a practicar el «egoísmo sano» sin culpa ni miedo.
Nosotros deberíamos ser nuestra prioridad, querer conocernos en profundidad, cambiar las cosas de nuestro carácter que nos hacen sufrir, cambiar de compañía, alejarnos de esas personas que sabemos, que no nos quieren bien, buscar un trabajo donde me sienta feliz, dedicar más tiempo a mis hobbies… y un largo etcétera.
Trabajar en nuestro interior tanto como en el cuerpo.
Aprender cosas nuevas, tener metas a corto plazo, dedicarnos a conseguirlas, animarnos a hacer esas cosas que nos dan vergüenza o miedo, ser valientes.
¿Cuáles son tus hobbies?
Poder mirarnos al espejo y sentirnos orgullosos de nosotros mismos de lo bien que lo estamos haciendo.
Aprender a querer nuestras cicatrices, hacernos amigos de nuestras enfermedades, sólo así podremos conocer el mensaje que nos traen y podemos superarlas, juntos.
Si estamos de nuestra parte, la vida es más fácil.
Tienes que llegar a amar a quien ves en el espejo.
Así como amas a tus hijos, a tu mascota, a tus padres …el primer amor es hacia ti mismo, incondicionalmente, apoyándote siempre especialmente cuando no te sientes bien o las cosas no van bien.
Enamórate de ti mismo, porque solamente así, podrás amar de forma sana y libre a los demás.
Ya estás tardando!
Haz una lista de 10 cosas que te gustan de ti, 10 cosas que te gustan hacer o se te da bien hacer y 10 cosas que quieres conseguir y dependen de ti para conseguirlas .
No te hables mal, no te critiques, anímate siempre !