psicología

La soledad. ¿Tienes miedo a estar contigo mismo a solas?

Hacernos buena compañía.

Uno de nuestros objetivos debería ser aprender a estar solos.

Y sentirnos a gusto con nuestra propia compañía, «no tenernos miedo».

No tener miedo a que «se nos caigan las paredes encima» cuando estamos solos. De hecho el objetivo es no sentirme solo, pues en realidad, no lo estoy. Estoy conmigo mismo.

Lamentablemente a veces, pagamos cualquier precio, por no estar solos. Nos aferramos a relaciones que ya no nos hacen felices, nos atamos a personas o situaciones que ya no tienen nada bueno para aportarnos. Parece que el objetivo principal, es evitar el encuentro conmigo mismo a toda costa.

¿En qué momento te transformaste en tu peor enemigo?

Porque solamente se puede querer evitar y pasar tiempo a solas a un enemigo, a un «monstruo», a alguien que nos puede hacer daño.

¿En qué momento dejaste de ser una buena compañía para tí mismo y elegiste llenar ese vacío con otras personas?

A estas alturas de la lectura puede que estés conectando con un sentimiento de injusticia contigo mismo. Sin dudas. Mucho debes haberte fallado para evitarte a toda costa.

O quizás aún no hayas conectado contigo mismo, simplemente por miedo y por ignorancia, por costumbre.

La buena noticia es que sí que puedes quedarte a solas contigo mismo y aprender a disfrutar de ese espacio tan necesario.

Aprendiendo a quererte, a confiar en tí mismo, a tratarte con respeto y compasión.

No puedes evitarte más, te estás faltando el respeto. Con paciencia y confianza, puedes empezar a tener estos reencuentros contigo mismo, sin asustarte, descansando y haciendo las cosas que te gustan hacer.

A veces tenemos miedo de «bajarnos de la rueda del hámster», nos da miedo parar porque ahí puede aparecer de lo que estás huyendo. La buena noticia es que una vez que enfrentes a tus «demonios» comprobarás que no son tan grandes ni devastadores como imaginabas, todo lo contrario. Se harán mucho más pequeños y ya no tendrán el control de tu vida.

Es importante también saber relacionarnos con los demás, todo con un delicado equilibrio.

No busco a los demás porque me estoy evitando, ni evito a los demás y por eso estoy solo.

Un delicado equilibrio, como todo en la vida tenemos que buscar.

Soy mi mejor amigo a solas, me cuido, me atiendo, procuro mi bienestar y también sigo siendo yo mismo cuando voy al encuentro con los demás.

Me nutro del encuentro con el otro, permito ese intercambio de aprendizajes y puntos de vista tan enriquecedores y vuelvo a mí mismo, reforzado y renovado.

La cita más importante e ineludible es contigo mismo.

Permítete conocerte, haz las paces contigo mismo y los demás.

¡Tienes mucho que ganar!